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Julio Ariza

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Excomunión Latae Sententiae a Viganò, las declaraciones del amigo Edgar en Londres, la oscuridad transparente del Vaticano, la impresentable ‘madonna’ de Linz.

La noticia que más aparece hoy en los medios es la relativa a la excomunión del arzobispo Carlo Maria Viganò por cisma, sancionada por el Dicasterio para la Doctrina de la Fe. Es evidente que vivimos momentos peculiares y muy complicados en la bimilenaria historia de la Iglesia. La situación que nos toca vivir era […]

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La Santa Sede prohíbe la misa tradicional de Nuestra Señora de la Cristiandad en Covadonga

A veinte días del comienzo de la IV Peregrinación Nuestra Señora de la Cristiandad, la Santa Sede ha prohibido que los participan...

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Orbán defiende la OTAN como «instrumento de paz»

Ha defendido que, ahora más que nunca, sus Estados miembro deben recordar que la organización surgió con un propósito de paz y de defensa

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El polémico anuncio de Nocilla, una cuestión de educación, odio y discriminación por edadismo

La famosa marca de crea de cacao Nocilla se ha convertido en el centro de la polémica por incluir un satisfyer en su último anuncio.

Testimonio de una mujer francesa Testimonio de una chica francesa [traducción]: “Tengo 26 años, soy rubia de ojos claros y siempre he vivido en el distrito 6 de Lyon, que se considera la zona más elegante. Y mi vida diaria se ha vuelto insoportable. Escribo esto porque hace diez años podía salir con mis amigas por la noche, a cualquier hora, sin que me molestaran, me insultaran, me persiguieran o me apuñalaran. Menciono lo de apuñalar porque, hace tres años, mi novio y dos de sus amigos fueron abordados por un grupo de hombres cuando volvían a casa. Los rodearon y le robaron el móvil a uno de ellos. Intentaron defenderse y mi novio, aunque juega al rugby y está muy fuerte, se llevó un navajazo en el brazo al protegerse el cuello, que era el objetivo. Intentaron apuñalarle en el cuello. En cuanto a mí, a menudo me siguen hombres, me insultan porque no les contesto o porque les digo que tengo novio. Un día, me escupieron. Cada vez es más frecuente que me silben como a un perro, o me hagan ‘ksksks’ como a un gato. Me han pasado cosas del estilo una treinta veces, solo durante el último año. Hace seis meses adoptamos un cachorrito. Una noche, mi novio salió a pasearlo a las 9 de la noche y tres hombres intentaron robarle el cachorro. Desde entonces, solo salimos por la noche en pareja y yo siempre llevo spray de pimienta en el bolso. En nuestro barrio, justo en nuestra cuadra, hay tres puntos de venta de droga que operan constantemente. Día y noche. Con todo lo que eso conlleva: vigilantes paseándose y merodeando delante de nuestra casa, gritando, drogándose y molestando a la gente, sobre todo a las mujeres. Todos los hechos que he mencionado (y solo son una parte de lo que hemos pasado) son obra de hombres de origen subsahariano o norteafricano. Un hombre blanco nunca se ha comportado conmigo de esa manera. ¿Es racista denunciar en qué se ha convertido mi vida diaria como mujer por culpa de la inmigración? ¿Es mi realidad, mi vida diaria, racista? ¿No tengo tanto derecho como cualquier otra persona de denunciar actos de violencia traumáticos, simplemente porque los cometen extranjeros o inmigrantes? Para ser claros, no me he referido a los hombres en general, sino específicamente a hombres (a veces menores de edad) de origen inmigrante. Ahora, y desde hace unos cuatro años, la forma en que vivo mi vida ha tenido que cambiar para vivir con esta inseguridad constante. Ahora vivo con un spray de pimienta en la puerta de casa, una pistola ‘taser’ y una pistola falsa, después de sufrir un intento de robo. Hemos puesto una cerradura adicional en la puerta de casa. Tenemos una cámara de seguridad en el piso. En el bolso llevo un segundo spray de pimienta; en el llavero, un mosquetón de bronce. Nunca entro en un edificio sin mirar antes a ambos lados de la calle, por si me está siguiendo un hombre. Nunca hago contacto visual, ya sabéis con quién. Cambio a la otra acera constantemente. Ya no salgo sola de casa después de las 9 de la noche. Ya no uso el transporte público por razones obvias. Tengo miedo cuando estoy sola en casa. Tengo miedo cuando salgo de casa. Ahora siempre tengo miedo. No quiero este futuro para mis hijos que, por suerte, aún no están aquí. No entiendo a la gente que no ve que Francia se está convirtiendo en una cuna de inseguridad a causa de los inmigrantes. Inseguridad para las mujeres, pero también para los hombres.
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Más competencia desleal: así castiga el Estado al sector privado con los encargos de gestión

Las administraciones públicas no deberían asumir que los encargos de gestión son el modo de contratación "por defecto".

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